Observé mi cara en el espejo durante un largo tiempo.
Mi frente, mi naríz, mi boca,
mis manchas, mis lunares,
las sombras que afilan mis mejillas;
todo me resultaba tan conocido que apenas le presté atención.
Mi frente, mi naríz, mi boca,
mis manchas, mis lunares,
las sombras que afilan mis mejillas;
todo me resultaba tan conocido que apenas le presté atención.
Decidí entonces concentrarme en los ojos.
Ellos, guardianes de mis sombras y mis ilusiones,
soñadores que ven más allá de la materia que me rodea,
ventanas hacia mi alma asustada
y camuflada entre nubes negras;
comunmente marrones,
devolvían la mirada a mi reflejo.
Y algo en él fallaba.
Rezumaba una sensación inexplicable,
confusa, inquietante.
Alguien extraño me miraba fijamente
a través de mis pupilas.
Ellos, guardianes de mis sombras y mis ilusiones,
soñadores que ven más allá de la materia que me rodea,
ventanas hacia mi alma asustada
y camuflada entre nubes negras;
comunmente marrones,
devolvían la mirada a mi reflejo.
Y algo en él fallaba.
Rezumaba una sensación inexplicable,
confusa, inquietante.
Alguien extraño me miraba fijamente
a través de mis pupilas.
En cuestión de segundos,
todo mi cuerpo se convirtió en algo ajeno.
Mis manos se alzaron y acariciaron mis mejillas.
Mis dedos bajaron por mi cuello
y se deslizaron lentamente
dibujando la garganta,
queriendo desgarrarla.
La palma de mi mano se posó encima del corazón;
acelerado, avisaba de la invasión con cada latido.
Los pulmones se hinchaban y desinflaban apresurados,
queriendo deshacerse de aquel aire venenoso que me estaba envolviendo.
Poco a poco.
Latido a latido.
todo mi cuerpo se convirtió en algo ajeno.
Mis manos se alzaron y acariciaron mis mejillas.
Mis dedos bajaron por mi cuello
y se deslizaron lentamente
dibujando la garganta,
queriendo desgarrarla.
La palma de mi mano se posó encima del corazón;
acelerado, avisaba de la invasión con cada latido.
Los pulmones se hinchaban y desinflaban apresurados,
queriendo deshacerse de aquel aire venenoso que me estaba envolviendo.
Poco a poco.
Latido a latido.
Y tal vez pude haber sido salvada,
pero toda mi esencia se desvaneció en un suspiro.
Mi mirada,
asustada y temerosa,
se inundó de misterio y desafío.
pero toda mi esencia se desvaneció en un suspiro.
Mi mirada,
asustada y temerosa,
se inundó de misterio y desafío.
Una sola palabra surgió,
como la llama que nace
tras el chasquido de una cerilla:
Autodestrucción.
como la llama que nace
tras el chasquido de una cerilla:
Apreté con fuerza los puños y apunté directo al cristal,
justo donde aquellos ojos,
rodeados de furia y lágrimas,
sonreían maliciosamente.
Brillaban más que nunca
bajo la idea de que todo lo que un día fui
acababa de ser sustituido.
justo donde aquellos ojos,
rodeados de furia y lágrimas,
sonreían maliciosamente.
Brillaban más que nunca
bajo la idea de que todo lo que un día fui
acababa de ser sustituido.
Reiniciando pensamientos. Lo sentimos, el sistema estaba más que dañado.
♥
No sé si he podido incrustar lo que realmente quería transmitir, y tampoco es que el texto esté basado en algo que me está pasando, al menos no de forma tan extrema. Simplemente me gusta dramatizarlo todo, me salen mejores expresiones con cosas horribles que con cosas felices.
La idea surgió tal y como empieza el texto. Observándome. Y la sensación que describo fue real. Mi reflejo parecía alguien extraño. Quizás sea yo mirándome y reprochándome cosas, o quizás sea algún truco de la mente.
El caso es que el texto se me ha ido un poco de las manos y creo que como siga intentando perfeccionarlo o hacerlo interesante acabaré por destrozar el espejo antes de tiempo.
Es corto, y lo siento. Es lo mejor que puedo hacer ahora mismo.